miércoles, 23 de septiembre de 2015

Confusiones 01

Se levanto a la mañana y no le pasó lo que le pasó a la noche.
No supo cómo fue que la cosa cambió.
Pero a la noche tuvo ganas de romper.
Y rompió.
Y en eso de romper se encontró con lo irrompible.
La palabra en sí no se rompía en un momento.
Queria romper el silencio pero al hablar queria romper lo dicho.
Rompió con lo que quería romper.
Se fue al otro lado.
Se encontró en la orilla de lo sano.
La orilla calma, no se sabía si había silencio o ruido.
Sonaba algo.
No importaba demasiado, había otras cosas que interesaban.
Ahora, la noche estaba sana, completa, no rota.
Él estaba sano, completo, no roto.
Estaba rajado, cosido, reparado, pero no roto.
Algo había cambiado.
Como de la mañana a la noche.
Pero ahora era distinto.
Se dio cuenta que no pudo cambiar la noche.
Pero cambió de orilla.
¿Habrá otras orillas además de esta?
¿Si esto no es real?
Estaba confundido.
Lo irrompible existía en otro mundo.
Tenía que buscar la eternidad de lo no rompible.
Estaba mal romper.
Estuvo mal irse.
Tenía que arrepentirse.
Empezar a buscar.
Algo que lo haga olvidar el encuentro y la calma.
Algo porqué preocuparse y ocuparse.
Algo que lo llene.
Si se rompe, que se pueda reparar.
O conseguir.
Para que lo vuelva a llenar.
Recogió el portaretrato del suelo.
Mañana compraría uno nuevo y se fue a dormir.