jueves, 18 de agosto de 2016

Problemas invisibles

Es terrible, no hay cosa peor. Guillermo corría por las calles sin poder ver la solución. Tampoco podía ver el problema. Ya lo sospechaba desde hacía bastante tiempo: el problema era invisible. Lo anotó en su cuaderno y casi escribe "invencible".


Había leído la noticia poco tiempo atrás: "Científicos descubren cómo hacer invisible objetos". No era difícil hacer la asociación; y su imaginación detrás de bambalinas entretejía los más variados escenarios para adornar su drama. Problemas pintados con una pintura hipermoderna que se le presentan a la noche, en forma de fantasmas; tiraban de sus pestañas para presentarse como actores en una realidad muy nítida, tan nítida como un sueño.


Pero peor. Ahora Guillermo corría por las calles en la realidad de su vida. Los problemas invisibles ya los llevaba consigo. "¿Cómo se lucha con problemas invisibles? No veo variables, no sé cuántos son los términos, siquiera una equivalencia... Tal vez sean palabras; qué lógica tienen, cuán profundo buscan el alba, qué mundo forman...", pensaba en su carrera. Quería que alguien aclare sus ojos como los niños del semáforo aclaraban los parabrisas de los autos... Aquí, Guillermo detuvo su marcha y se quedó parado en la esquina mirando la escena. Autos y niños; conductores y semáforos. Sentía ganas de pintar con pintura invisible autos y semáforos.



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