domingo, 1 de octubre de 2017

Inconsciente de mi Barrio Candioti




No necesito llamarte.
Te lo puedo decir ahora.
Y te juro, que este es mi último poema;
y el primero, también de una serie nueva,
inédita. E inaudita.
Sé que lo sabés tanto como yo:
no nacimos sólo para atender quioskos, ni ser mozos o estudiar cómo ser empresari@s; aprender ganar perder prender en pren for empren...
Nacimos para vivir y vivir es pensar y sentir; también.
La Vida te va a decir viví. Y vos como yo, vamos a pensar y sentir
o sentipensar.
Lo mismo da.
Si pensándome, también
te estoy llamando. Y...
¿viste las gárgolas del Enrique?
Andate a cagar si necesitás ir al luvre para aprender lo que es
el Arte.
¿Y pensar?
¿no ves árboles ancestrales sosteniendo la inteligente
letra que imagina nuestro lenguaje?
¿no ves a tus abuelos cobijando con su laburo
un lugar seguro donde transmitir el secreto de todo Arte?
¿o construyendo ladrillo a ladrillo una estación
desde donde los dragones nos aseguren todo viaje?

Estás re loca. Y sos toda una mujer amante; amorosa y amable. Imposible no amarte, imposible no enamorarse. Las gárgolas del Enrique son las partes del mundo más bellas y atroces. No voy a ser yo quien intente velarlas. Intentan abrazarse y al mismo tiempo se distancian. Cuando nos cansemos de hacer el amor, de haber alcanzado las distancias más tensas que separan a la conciencia humana de un objeto servil, soñaremos un mundo mejor y te juro, por el Ubajay donde fui por mi Voluntad bautizado, que nos despertaremos en ese sueño. Ahora, dejame ser la cuerda que sostiene esta historia; sólo recordame cada tanto la misteriosa locura de la existencia con ese poder que tenemos en los ojos y en las manos. Mientras, me voy a otro sitio.

Gracias!
















































No hay comentarios: