miércoles, 20 de septiembre de 2017

Oda a la palabra Cagar

No es Ragac.
Es Cagar.
Ni Carga.
La palabra es cagar.
Es un verbo; la uso en infinitivo.
Porque si no:
Cagarse, Cagan, Cagaron, Cagarán,
Cagó, Cagasteis, Cagando, hubiere o hubiese
Cagado...
La palabra
describe el acto existencial
y escatológico
que atraviesa a toda vida
humana.
La negación:
Qué feo, qué asco es cagar.
La realidad:
Dejá de cagar a ver qué te pasa.
Lo simbólico:
La liberación existe
y transforma.
La metáfora atraviesa toda ideología
un baño cargado de ideas
ideas que fueron una cagada
o personas cagadas por una idea.
Mirad qué fuerte esta palabra
que estar cagado por una idea
puede implicar una autoprofecía
o temor a tener ideas.
Una cagada, loco; diría el gran titiritero amigo.
Desde cualquier nivel
estético o
económico o
de clase turista o
de clase privada
iluminada
precarizada o...
un cago dignifica, revitaliza, retracta
porque evidencia la transformación de la materia
en alimento para la tierra.
Eso hacemos solos o solas.
Aunque la cultura de la negación
constipa la expansión libre
y transformadora
de cagar para la Tierra alimentar.
L@s niñ@s vienen a la vida
los sostiene una madre
que si no existe
ningún mamífero sobrevive.
Ella o él se encargarán de sus
heces
cargarán con esa responsabilidad.
He ahí el acto más amoroso por la humanidad.
Esa transformación es aceptada
gestionada
pa quel chico o la chica
no anden todo cagadazos porái.
Santuarios se volvieron los baños
pero la acumulación trae mal olor.
El asfalto y el cerámico
no transforman en abono
lo defecado,
así el mal olor
se vuelve un mensaje
síntoma de cultura ignorante
a la que las buenas ideas
les resulta laxante
hilarante.
¡Qué se vayan a cagar!
hay que gritar
a quien le dé asco
la naturaleza y su sapiencia.
Qué aprendan a gestionar su mierda
cómo hace la madre Tierra
aprender a lavarse el culo
y a transformar lo desagradable
en hermoso, como hace este Planeta.

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