viernes, 1 de septiembre de 2017

¡Sólo quiero escribir!

Sabiendo que llegaría a millones
el siempre maldito opresor, vino a cortarme las manos.
Fue con un serrucho. No dejaron que me desangre.
Creyeron que iba a sufrir por no poder expresarme.
Malditos, porque no saben que hacen que las cosas cambien.
Así tuve que empezar a olvidar los libros
y a leer la realidad.
Empecé a escribir diciendo algo:

Es maldito el que abusa,
es siempre
y será maldito
el que se obsesiona y abusa
de una idea
de un acto
de una persona
de cualquier cosa,
sobre la que se intente repetir
la negación del cambio.

Maldito: dice todo mal.
Al revés.
En vez de ver, revé, repite.
Quiere que algo vuelva.
Entonces, manipula
para que el entorno se revuelva.
Diciendo que no es él el que actúa.
Dice que fue el jefe, o es la tradición, o un origen.
El otro tiene la culpa.
Se siente excusado,
y la excusa se le sienta arriba.

Él obedece a la mirada de otro maldito.
Entre los que se sienten malditos, se odian.
Y creen que todas las personas odian, se enojan, putean
odian, maldicen, se enbroncan
odian, sentencian, no escuchan.
Que todos son malditos,
que el mundo está maldito,
que está mal dicho y hecho
y que sólo un maldito genio
podría hacer un mundo mejor.
Odian no ser el maldito genio
pero lo intentan
y hacen un invento que
como malditos que son, usarán al revés
como un alimento que enferma
como una medicina que mata
como una historia que no enseña
como una libertad que atrapa.

Las personas que se equivocan
no intentan ser genias.
Intentan ser sinceras.
Consigo mismas y con todas las historias,
por ver en evidencia un mundo complejo,
donde las personas se afectan las unas a las otras;
donde una palabra, un silencio, una acción
te puede hacer doler por dentro
o te puede cambiar
y hacerte sentir a gusto
contento.

Las personas intentamos hacer lo correcto
ante nuestros sentimientos
que son los sentimientos de todos los ancestrales
ancestros
que en la Tierra nacieron.

La Tierra es quien nos brinda el sentimiento
al igual que todos los materiales físicos del cuerpo.
Y las personas sabemos qué hacer
para elegir los mejores sentimientos
los que se ajustan a la vida, a su plenitud, a la abundancia,
a la templanza, al contemplar la virtud
de la vida en la infancia, en la juventud,
en la adultez, en la enfermedad, en la salud.

Elegimos todo momento
enfocar el sentimiento
si nos sale otra cosa que no queremos
hay que cambiar la acción, la palabra o el gesto.
Y a otra cosa; nacerá una mariposa.

¿Podremos perdonarnos alguna vez
todas las personas, malditas y no,
todas a la vez?
Las equivocaciones dejarán de estar malditas
serán bienvenidas, sostenidas, receptadas
atendidas por una mesa de personas enteradas
-enteras y dadas-
una transformación será necesaria
humanamente
para sanar y aprender a reparar el error
del horror o el terror o el rumor;
surgirá de la mesa una forma sagrada
de personas unidas en una labor
que materializará en la Tierra la reparación
y lo que se dañó
volverá a la vida como una nueva estación.


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