Templo, mi espíritu
lo caliento al rojo
vivo, lo enfrío en agua de mar azul
calma; brúscamente, instantáneamente,
con la violencia que se nos muestra lo infinito
lo interno se separa férrea,
filosa.mente. Sí, filosóficamente, también.
Simbólicamente, para ir al punto donde
no se sabe si se inicia
o final.iza una frase:
"la no existencia, existe antes".
Esgrimiendo esta Fuerza invisible
que se encuentra antes
y después que cualquier pala(a)bra,
expando mi templo hacia mi hábitat
percibido cercano.
Convierto una plaza en un espacio sagrado.
¿Quiénes somos en este espacio,
espíritus templados?
Soberanos de nuestro cuerpo, templo
Espíritu, dios, Ley Natural, divinidad
que guarda al servicio devocional
toda cáscara, cubierta, cobijo orgánico
material.
Me corto la cabeza con tan precisa arma
kaput al capitán del capital en el capi.tel,
dura un instante la agonía del capitalismo
devenido en pequéño acápite
entre los mil millones de títulos
donde en cada cual
habla la orgánica y Natural Conciencia humana.
Hacen silencio las espadas
y la plumas: internamente quietas,
y el móvil apagado.
Luto a la cabecita del infante
que se ha integrado a la Conciencia
grande, sin desconocerse, ni engañarse.
Con respeto a toda conciencia y experiencia,
discerniendo lo Nativo de lo foráneo,
la Fuente directa de la fuerte interferencia.
Desafío para los alcances y los límites
de todo pedacito de Tierra conciencia
que en todo cuerpo templo espíritu
se cobija y terrenalmente
late habita.
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