sábado, 26 de julio de 2008

SEIS

- ¿Qué nos pasó, Chino? -Juan no podía dejar de preguntar lo mismo; hacía tiempo que le parecía que la historia del país se asemejaba a un disco rayado.
- No sé, perdimos el discurso... Nos confundieron con otras unidades sintácticas, las oraciones fueron armadas con ideas de lugares ajenos al nuestro, nos vaciaron el significado de algunas palabras como "persona", "ser" y "humano", ganaron lugar en las estructuras lógicas lexemas como "mercad", "consu" y "gast" que se multiplicaron hasta cubrir la arena del discurso institucional...

Juan estaba cansado anímicamente; ya nadie en el barrio entendía las conductas de su referente político, ese del que tanto había comentado a quienes conocía, siempre poniéndo el acento en la visión revolucionaria de su propuesta de lider. Pensaba que no podría creer más en nadie porque su estantería de ideas y su rol militante estaba siendo desvencijado por su dirigente ante la mirada de sus pares. Sentía la cara partida de tanto darla para el manoseo de otro. El Chino, seguía:

-... y desde ahí te arrastran en un torbellino comunicacional donde ya no hay palabras para tus propios pensamientos; te confundieron; y los parlantes se masifican ante el vacío de otras alternativas discursivas; terminás olvidando la huella psíquica de discursos ahora marginales, y sin esto no hay signo linguístico, no hay imagen, no hay símbolo que le dé contenido social...
Juan reaccionó:
- Chino, no te entiendo nada. ¿Qué nos pasó? ¿Cómo puede ser que todo lo construido se esfume por una pésima táctica política o una chiripiorca mental de alguien que estaba en el lugar justo para cagarla? -y repitió- Realmente: cagarla...

El Chino aguzó los ojos, entonces sus rasgos se volvieron pictóricos; sus ojos líneas negras, finas como una caligrafía oriental. Juan creyó escuchar cañas de bambú cloquear en su patio aunque él sabía que nunca tuvo -ni tendrá- cañas de bambú en su patio. Y como si la voz del Chino quisiera imitar un flautín milenario, dijo:

- Lo que sé es que lo que nos une no son las personas sino las palabras.

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