martes, 1 de julio de 2008

TRES

- Es un tema de espacio y decisión; olvidate de los buenos y de los malos; de los seres humanos y de los seres inmundos; de los zurdos y de los milicos fachos... Guarda con pensar así, guarda.
Cuando Alfredo J. decía "guarda" estirándose la ojera del ojo derecho mostrando la carne roja bajo las pupilas, era porque hablaba en serio; o porque había tenido un pésimo día y no toleraba ninguna palabra de más. Ahora, en este caso, hablaba ideológicamente en serio y esto, hasta cierto límite, podía tolerar un debate.
- Disculpame, Alfredo -interrumpió modestamente Eusebio dejando con exagerada suavidad el pocillo chico de café sobre el platito-... porque se podría entender que estás... cómo decirlo... como que si alguien que no te conociera te escuchara, pensaría que estás defendiendo la represión... ¿No sé si me doy a entender?
- Mirá, quien me escuche que piense lo que quiera y también, si quiere, que me chupe un huevo ¡Porque yo soy bien democrático y no voy a obligar a nadie a que piense como yo ni a que me chupe un huevo! -Eusebio, colorado, miraba para todos lados buscando alguien que milagrosamente lo pueda teletransportar al bar de la otra esquina al que no sabía por qué maldita razón, ante la dicotomía, no había entrado-. Guarda, digo guarda, no vaya a ser que por ser tan de izquierda no terminemos dando la vuelta y apareciendo por la derecha. ¿Me explico, Eusebio? -Eusebio, que estaba por tomar un sorbo del café ya frío, decidió bajar el pocillo para asentir con la cabeza-. Yo creo que el error es pensar que los genocidas no eran seres humanos ¿Qué mierda van a ser? ¿Extraterrestres? Mirá, nunca me gustó Borges, pero decía que la vida de un hombre consta de un sólo momento: de ese instante en que ese hombre sabe para siempre quién es. Para mí es asi. Todos tenemos que elegir en algún momento y esa decisión va a depender de determinada circunstancia en la que nos encontremos, ahí vamos a tener que tener bien en claro que, como humanos que somos, con un sí o un no podemos ser el Jesús o el Hitler de nuestra propia historia...

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