PLASMA de POESÍA (o
Poema plasmado)
Empiezo a entender
las piezas.
Me vuelvo una en
este juego que rompecabezas.
El juego las rompe o
las repara.
Sí, las re para:
las hace parar.
Para las cabezas y
las personas.
Algunas se paran de
cabezas.
Se plasma una
poesía.
Como puede ser una
persona o una canción.
Todo se plasma, es
inevitable.
Porque todo es
plasma.
Plasmático o
plasmática.
Es una corriente que
corre por el poema.
Antes de ser poema
fue plasma, fue poesía.
Era energía, ahora
es corriente corriendo.
Corre por los
campos.
Esos que atraen,
hasta que uno rechaza.
Y se establece la
distancia.
Es en la distancia
donde uno se detiene.
Para acercarse o
transformase en otra cosa.
Plasmática.
Hay quienes se
acercan desde la estancia.
Hay quienes se
acercan sin distancia.
Con acercamiento.
Y no miento.
Se ponen tan cerca
que contagian de eso que parece lejos.
Entonces está
cerca.
Porque alguien abrió
la cerca.
El campo atrajo por
gravedad.
Se siente natural;
ya no es tan grave.
Ni grávido.
Y ya todos estamos
embarazados de humanidad.
Aunque nos empeñemos
en distanciarnos con los sexos.
Espero que no nos
perdamos en este caos obseso.
Y hagamos el cosmos
de nuevo.
¡Oh! Es que ya
jugamos a reventarnos.
Ya me cansé de ese
juego.
Vos te transformaste
en guerrera y yo en esclavo.
Qué divertido matar
o ser dominado…
¿Hasta cuándo?
Es difícil todo
comienzo.
Me enrieda la
palabra menso.
Sí, parece ser para
entendidos toda nueva creación.
¿Pero que pasa con
cada respiración?
¿Acaso no es la
superación de un ocaso?
Cada inspiración
viene llena de aire y superación.
También de
inflación corporal y monetaria.
Para algunas
personas es cuestión de herencia.
Se levantan y le
ponen números a toda existencia.
Para mí, que soy un
desheredado del pasado, la mañana es una novedad absoluta.
El sol o la lluvia
me despiertan para decirme que ellos hacen lo que hacen y no les
preocupa.
Yo intento
entenderlos.
En un lenguaje
inventado.
Porque el lenguaje
que amaba las cosas, por quedarse en la distancia las ha traicionado.
Así, me quedé sin
los hilos que me ataban a los conceptos originales.
Así, me quedé sin
los hijos que me atarían a preceptos morales.
Así, intento ser
algo sagrado, sin estar bautizado.
Y creer que por toda
maravilla soy reflejado.
A toda hora y en
todo momento.
Como un trabajo ad
honorem en otro espacio tiempo.
Porque en este
espacio tiempo estoy afuera, del otro lado.
Me ven dando vueltas
por las góndolas y mirando extrañado.
Preguntando dónde
está la salida de este gran Super mercado.
Que parece del
tamaño de toda mi ciudad.
Tan grande que
siento que la caja y el laser me sigue en todo lugar.
Para etiquetarme en
el ticket y saberme apreciable, con números cotizables.
En más y menos
valor comentable a precio de cambio intercharlable.
[Qué caro salió;
o… qué barato lo compraste; o… ¿a ese precio no te lo
agarraste?
Nadie lo quiere,
está de oferta.
Por internet
conseguís algo mejor y menos berreta.
Algo que valga más
aunque se le trabe la bragueta.
Que tenga valor de
cambio y cuando lo cambies te das unas vueltas.]
No sé, no veo quién
me venda.
¿Ya estaré vendado
y por eso no lo veo?
Bueno, me dejo de
preocupaciones y me voy a comprar algo.
¿Y esto qué es?
Un verso plasmático.
Es una unidad de
vida.
Como un molusco o
una orgía.
En cierto nivel es
lo mismo.
Si hay movimiento,
hay vida viva.
Así el verso se
construye desde un nacimiento.
Osea: en todo
momento.
Y el verso es un
paseo que va desde la cama al escritorio.
Agarra una lapicera
y plasma su poema.
En ese poema está
la almohada vacía y la almohada llena.
El lecho mojado y el
lecho arreglado y acomodado.
Hay ácaros y hay
cosas más complejas.
O no hay nadie.
En ese verso
nacimiento hay un sentimiento.
Que pasó, que ya
existe en otro tiempo.
Pero que se intuye
todavía latiendo.
Ese es el momento en
que se entiende la electricidad.
Esa que da vida a un
rejunte de pedazos pesados de otras gentes.
O esa que late en
silencio y corre en el viento, en el agua y en todo tiempo y lugar.
Esa electricidad
quizá es pensamiento, también.
Y está uniendo al
universo en ese mismo momento.
Y une al poema con
las pupilas, al iris con la galaxia, al cometa con la pava.
Porque el poeta está
tomando unos mates y eso no se escapa.
Nada escapa al
plasma.
Queda en el poema
plasmada la cebada, la espuma y la chupada.
Chupadas compartidas
o solitarias.
Con miradas vacías,
quizá también chupadas.
Pero si hay vacío,
hay algo de atractivo.
Del otro lado espera
el infinito siempre activo.
Y la poesía
esperando ser plasmada.
Inquieta o con
paciencia desinteresada.
Que aunque el poeta
esté dormido y desatento, el poema no descansa.
Y la poesía, que en
todo se plasma, sigue hablando de todo.
O de nada; y nunca
se agota.
Ni se cansa.
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