jueves, 29 de diciembre de 2016

Plasmético 01

PLASMA de POESÍA (o Poema plasmado)

Empiezo a entender las piezas.
Me vuelvo una en este juego que rompecabezas.
El juego las rompe o las repara.
Sí, las re para: las hace parar.
Para las cabezas y las personas.
Algunas se paran de cabezas.

Se plasma una poesía.
Como puede ser una persona o una canción.
Todo se plasma, es inevitable.
Porque todo es plasma.
Plasmático o plasmática.
Es una corriente que corre por el poema.
Antes de ser poema fue plasma, fue poesía.
Era energía, ahora es corriente corriendo.
Corre por los campos.
Esos que atraen, hasta que uno rechaza.
Y se establece la distancia.

Es en la distancia donde uno se detiene.
Para acercarse o transformase en otra cosa.
Plasmática.
Hay quienes se acercan desde la estancia.
Hay quienes se acercan sin distancia.
Con acercamiento.
Y no miento.
Se ponen tan cerca que contagian de eso que parece lejos.
Entonces está cerca.
Porque alguien abrió la cerca.

El campo atrajo por gravedad.
Se siente natural; ya no es tan grave.
Ni grávido.
Y ya todos estamos embarazados de humanidad.
Aunque nos empeñemos en distanciarnos con los sexos.
Espero que no nos perdamos en este caos obseso.
Y hagamos el cosmos de nuevo.

¡Oh! Es que ya jugamos a reventarnos.
Ya me cansé de ese juego.
Vos te transformaste en guerrera y yo en esclavo.
Qué divertido matar o ser dominado…
¿Hasta cuándo?

Es difícil todo comienzo.
Me enrieda la palabra menso.
Sí, parece ser para entendidos toda nueva creación.
¿Pero que pasa con cada respiración?
¿Acaso no es la superación de un ocaso?

Cada inspiración viene llena de aire y superación.
También de inflación corporal y monetaria.
Para algunas personas es cuestión de herencia.
Se levantan y le ponen números a toda existencia.

Para mí, que soy un desheredado del pasado, la mañana es una novedad absoluta.
El sol o la lluvia me despiertan para decirme que ellos hacen lo que hacen y no les preocupa.
Yo intento entenderlos.
En un lenguaje inventado.
Porque el lenguaje que amaba las cosas, por quedarse en la distancia las ha traicionado.
Así, me quedé sin los hilos que me ataban a los conceptos originales.
Así, me quedé sin los hijos que me atarían a preceptos morales.
Así, intento ser algo sagrado, sin estar bautizado.
Y creer que por toda maravilla soy reflejado.
A toda hora y en todo momento.
Como un trabajo ad honorem en otro espacio tiempo.

Porque en este espacio tiempo estoy afuera, del otro lado.
Me ven dando vueltas por las góndolas y mirando extrañado.
Preguntando dónde está la salida de este gran Super mercado.
Que parece del tamaño de toda mi ciudad.
Tan grande que siento que la caja y el laser me sigue en todo lugar.
Para etiquetarme en el ticket y saberme apreciable, con números cotizables.
En más y menos valor comentable a precio de cambio intercharlable.

[Qué caro salió; o… qué barato lo compraste; o… ¿a ese precio no te lo agarraste?
Nadie lo quiere, está de oferta.
Por internet conseguís algo mejor y menos berreta.
Algo que valga más aunque se le trabe la bragueta.
Que tenga valor de cambio y cuando lo cambies te das unas vueltas.]

No sé, no veo quién me venda.
¿Ya estaré vendado y por eso no lo veo?
Bueno, me dejo de preocupaciones y me voy a comprar algo.

¿Y esto qué es?
Un verso plasmático.
Es una unidad de vida.
Como un molusco o una orgía.
En cierto nivel es lo mismo.
Si hay movimiento, hay vida viva.
Así el verso se construye desde un nacimiento.
Osea: en todo momento.



Y el verso es un paseo que va desde la cama al escritorio.
Agarra una lapicera y plasma su poema.
En ese poema está la almohada vacía y la almohada llena.
El lecho mojado y el lecho arreglado y acomodado.
Hay ácaros y hay cosas más complejas.
O no hay nadie.
En ese verso nacimiento hay un sentimiento.
Que pasó, que ya existe en otro tiempo.
Pero que se intuye todavía latiendo.

Ese es el momento en que se entiende la electricidad.
Esa que da vida a un rejunte de pedazos pesados de otras gentes.
O esa que late en silencio y corre en el viento, en el agua y en todo tiempo y lugar.

Esa electricidad quizá es pensamiento, también.
Y está uniendo al universo en ese mismo momento.
Y une al poema con las pupilas, al iris con la galaxia, al cometa con la pava.
Porque el poeta está tomando unos mates y eso no se escapa.
Nada escapa al plasma.
Queda en el poema plasmada la cebada, la espuma y la chupada.
Chupadas compartidas o solitarias.
Con miradas vacías, quizá también chupadas.

Pero si hay vacío, hay algo de atractivo.
Del otro lado espera el infinito siempre activo.
Y la poesía esperando ser plasmada.
Inquieta o con paciencia desinteresada.
Que aunque el poeta esté dormido y desatento, el poema no descansa.
Y la poesía, que en todo se plasma, sigue hablando de todo.
O de nada; y nunca se agota.

Ni se cansa.

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